La Unión Europea autorizó que se comercialicen grillos y larvas para consumo humano. Los primeros podrán venderse el polvo parcialmente desgrasado, mientras que las larvas en formato de pasta, congeladas, deshidratadas y en polvo.
El objetivo de esto es combatir el cambio climático y evitar la muerte de especies, debido a que la producción de la industria ganadera produce gran contaminación debido al metano que expulsan las vacas y las ovejas.
Asimismo, la agricultura que busca alimentar al ganado desforesta bosques y otros lugares.
Las dos situaciones son desfavorables para el planeta, pero la demanda de productos cárnicos y lácteos no deja de aumentar. Por lo mismo, la Unión Europea creyó que incluir a los insectos en la dieta podría ser una solución viable.
Así lo demuestran algunos estudios, que señalan que el gusano de harina amarillo necesita un 70% menos de tierra y produce 23% menos de gases.
Cabe señalar que esta práctica ya se realiza en otros países, especialmente en Asia. No obstante, debido al asco y a las diferencias culturales, muchos rechazan la idea de comer insectos.
Ante esto, la Unión Europea señaló que no se forzará a nadie a alimentarse de estas criaturas.